A veces sentís que vibró el celular y pensás: quién carajo se atrevió a solicitar tu atención y recordar en este preciso instante tu existencia, enviando un mensaje al celular.
Otros momentos podés agarrár ese aparato móvil, con cierto recelo y cierta frecuencia. Deslizas el dedo y notas hace horas qué no recibís ni una notificación nueva. Nadie te escribió, ni te puso un like, ni nadie nuevo te siguió, ni siquiera te llego un newsletter. Podrías estar simplemente haber estado muerto hace dos horas y haber pasado completamente indiferente ante la existencia ajena.
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